Soy Paula, gallega viviendo en Barcelona en donde intento llevar una vida slow. En 2014 hice una de las cosas más racionalmente absurdas de mi vida. Dejé mi trabajo como periodista, mi familia, mis amigos y toda mi zona de confort y me fui a Australia. Allí viví una experiencia increíble que relaté en el blog www.operacioncanguro.wordpress.com. En esta aventura, no estuve sola. Conté con Luigi, mi pareja y el mejor compañero de vida que podía haber encontrado.
Australia supuso un antes y un después en mi manera de entender el mundo. Su lema «No worries, mate» fue toda una declaración de intenciones y su ritmo de vida slow me enamoró desde el primer día. Estoy muy satisfecha por haber hecho la locura de recorrerme los 15.000 kilómetros que nos separan para encontrarme con la mejor versión de mí misma.
Aprendiz de vida slow
Un día, nuestra compañera de piso en Australia le preguntó a Luigi por qué desayunaba con galletas. Para ella eran una especie de golosina con azúcar y desde luego no eran una opción saludable para empezar el día. Esto me hizo reflexionar. Empecé a informarme sobre la presencia de azúcar en toda clase de alimentos lo que hizo que me cuestionara los pilares fundamentales de mis hábitos de alimentación hasta ese momento.
Cuando volvimos a España empezamos a consumir productos ecológicos y solo de temporada. Mientras, seguí leyendo sobre las grandes empresas alimentarias, las de pesticidas y transgénicos, sobre el medio ambiente y la sostenibilidad del planeta. Poco a poco descubrí el movimiento slow, un estilo de vida sana y tranquila que pone freno al mundo frenético en el que vivimos. Desde ese momento la vida slow se convirtió en el eje fundamental de mi vida.
Me gustaría decir que llevo una vida slow y sana al 100%, pero lo cierto es que soy solo una aprendiz. Vaya que a veces la lío muchísimo peeerooo es verdad que mi mentalidad ha cambiado. Ahora ya no me estreso como antes ni me preocupo por el futuro que vendrá. Vivo el presente e intento llevar una vida lo más natural y sostenible posible. Ahora mi nevera está llena de verduras ecológicas, mi botiquín doméstico tiene aceites esenciales y mi cosmética es ecológica, libre de derivados del petróleo.
Si alguien me hubiera dicho hace tres años que uno de mis aperitivos favoritos serían las zanahorias con hummus no me lo hubiera creído. Ahora estoy muy satisfecha de haber hecho el cambio, aunque todavía me queda mucho por aprender de la vida slow.