Saltar al contenido
Efecto Green – Blog Slow Life

Repartiendo amor

beneficios de la meditacion

¿Repartiendo amor?

Mi amiga Amanda me pone un emoji de WTF is this?. 

Nada…Ya te explicaré. 

Es demasiado complejo como para explicarlo en un WhatsApp. 

Pero esa era la verdad…

Llevaba semanas diciendo a todo el mundo que lo quería. 

Abrazando a mis grupos burbuja cada vez que los veía. 

Llevaba semanas emocionada y agradecida a la vida por lo bien que me lo había pasado en el pasado, lo bien que me iba en el presente y las ganas que tenía de vivir el futuro. 

Llevaba semanas repartiendo amor porque era la primera vez en mi vida que quería tanto y con tanta lucidez. 

Pero, espera. La historia de cómo llegué hasta este momento empezó mucho antes. 

Todo empezó aquí

Es octubre. 

Llego temprano. Como siempre. Esa manía tan mía de ser puntual…

Me siento en una de las sillas de la sala y miro a mi alrededor…

Está todo en silencio.

No me gusta el silencio. 

La gente va llegando y sentándose. 

Nadie habla. 

Estoy incómoda en ese silencio incómodo. 

Llega el profesor.

Paso tranquilo. Habla tranquila.  Movimiento tranquilo. 

Gente que transmite paz. 

Cómo me gustaría ser así – pienso. Pero no. Nunca seré así y en realidad tampoco quiero serlo. 

(Yo y mis incongruencias como una adolescente que todavía no sabe lo que quiere).

Con calma, cierra la puerta y nos dice que cerremos los ojos porque vamos a meditar.

5 minutos. 

Minutos que parecen horas. 

La mente se escapa. Me pica la cara. Se me duerme una mano. Quiero moverme. 

Suenan las campanas. 

Por fin…

Abro lo ojos. 

Seguimos en silencio…pero ya no me incomoda.

Y así empezó mi primera clase del Programa MBSR (Mindfulness Basado en la Reducción del Estrés).

Era octubre. 

El ambiente estaba caldeado en mi cabeza. 

Agosto y septiembre habían sido meses movidos. Muchos sentimientos y también emociones. Estaba en un punto de no retorno, así que tocaba resetear. 

Entre los 5 cambios que integré en mi vida para volver a empezar, había uno enfocado al medio plazo: aprender a meditar. 

Mi primera experiencia no había sido muy maravillosa, como ya te había contado.  Los libros teóricos tampoco me ayudaban.

Pero, al final, encontré el Programa MBSR. No tenía nada que perder, así que me apunté.

Y todo cambió

Han pasado ya 6 meses desde ese momento. 

Medio año desde que dejé de escribir. 

Desde que la falta de motivación venció y bloqueó mis ganas de pasarme a saludar por aquí. 

¿Y qué ha pasado en estos 6 meses?

Lo cierto es que ha sido un tiempo intenso. 

Supongo que esta nueva realidad que nos afecta a todos, solo ha acrecentado la locura que ya vive en mí. 

Sí.

Si me conoces ya sabes que vivo todo muy intensamente…Paso de un extremo al otro sin despeinarme. Así como soy yo: de blancos y negros, sin escala de grises. 

Si no me conoces ya te adelanto que fiel a mi esencia básica, estos meses han sido de muchas novedades y poca monotonía. 

Aunque en realidad, todo iba como siempre hasta….¿principios de diciembre? Quizás fue a mediados…

No sabría decirte una fecha exacta. 

Pero a partir de ese momento y después de 3 meses meditando 30-45 minutos todos los días, pasó algo increíble:

Aprendí a querer. 

Aprendiendo a querer

Lo sé. Suena raro. A mí también. Igual que a mi amiga Amanda.

No es que no quisiera hasta ese momento. Claro que sí. 

Pero el sentimiento se transformó, amplificó y multiplicó exponencialmente. 

Aprendí a querer como no había querido antes. 

  • A querer a los que ya quiero, a los que no quiero y a los que quiero según el día. 
  • A querer a los que me hacen daño y a los que nunca me fallan. 
  • A querer a los que me acompañan en este viaje y a los que me crucé hace tiempo y con los que perdí el contacto. 

A QUERER, así en mayúsculas, a todos pero también a quererme a mí misma.

  • Aprendí que un NO a otros es un SÍ a mí y a mi bienestar.
  • Aprendí a no juzgarme a pesar de mis pensamientos. 
  • Aprendí a ser amable conmigo misma a pesar de mis errores (que son muchos).

No era la única…

Llegado este momento pensarás que estoy loca. 

Probablemente, mis amigos también lo creyeron cuando les repetía cuánto los quería y lo importante que eran para mí.

Y sí. Yo también lo pensaba, la verdad. 

Pero un día quedé con mi amiga Isa. 

Mi amiga Isa es uno de esos seres especiales que el destino pone en tu vida varias veces. 

Así que a la segunda ocasión que nuestros caminos se cruzaron, la agarré fuerte a mi vida para que no se escapara. 

Y ella. Allí en su casa, con cara de bajón antes de irse en Navidades, me miró a los ojos y me dijo:

“Eso es normal, Paula. Le pasa a mucha gente que empieza a meditar.”

¿Normal?

¿De verdad? 

¿Así que esto le pasa a la gente que medita?

Pero…¿por qué nadie me lo había dicho antes?

Y lo más importante.

Entonces…

¿Por qué no meditamos desde pequeños?

¿Por qué no nos lo enseñan en los colegios?

¿Por qué vivimos enfadados en vez de meditar y aprender a QUERER?

¿Qué problema tenemos en nuestra sociedad que no sabemos parar ni 5 minutos para disfrutar de una vida más plena y satisfecha?

Para entendernos. Para descubrir lo mejor de cada persona. Para conocernos a nosotros mismos (aunque a veces no nos guste lo que veamos).

Sé lo que estás pensando.

¿5 minutos meditando? 

Imposible. 

No puedo estar quieta ni 1 minuto. 

Y es normal.

La mente necesita entrenamiento como cualquier músculo. 

Igual que no haces 3 series de 50 abdominales el primer día de gimnasio, tampoco necesitas empezar con 30 minutos de meditación.  

Es importante comenzar poco a poco para acostumbrarte.

Recuerda mi primera clase del Programa MBSR…Aquellos 5 minutos parecieron horas. Sin embargo, ahora, es a partir de media hora que noto los mejores beneficios.

¿Medito todos los días?

¡Ya me gustaría! Todavía no lo he integrado en mi nueva rutina.

Sin embargo hay muchas formas de meditación. 

Por ejemplo. 

El desayuno siempre lo hago consciente.

También me lavo los dientes de una manera meditativa. 

Y poco a poco integro nuevas prácticas en mi día a día para vivir de una manera más slow.

Un pequeño consejo

Así que ya ves que estos 6 meses han sido importantes. 

Y aunque no he estado por aquí, en realidad he estado trabajando en algo fundamental:

Querer.

Perdón. 

QUERER.

Que puede parecer lo mismo pero no lo es.  

Y, ¿me dejas que te diga una cosa?

Que no se te pase la vida sin QUERER y sin QUERERTE.

Sobre todo sin quererte.

Porque es maravilloso estar en paz contigo misma, satisfecha de estar en donde quieres estar y rodeada de la gente que te hace feliz.

Y de eso precisamente te seguiré hablando en mi próximo post porque como te digo, estos últimos 6 meses han dado para mucho. 

Han dado incluso para dos ataques de pánico (figurados) mientras mis amigos me daban la enhorabuena. 

En el próximo post te lo explico bien 🙂

Mientras tanto, ya lo sabes…Puedes empezar a llevar una vida más slow poniendo los práctica los consejos que te doy en esta Guía Gratuita.

Guía Slow Life Gratis